lunes, 12 de noviembre de 2007

Excusas solo Excusas


Moisés se crió como un príncipe en Egipto, pero huyó del faraón después de intervenir en una disputa entre un hebreo y un egipcio, dando muerte a este último. Habiendo vivido en el exilio del desierto por cuarenta años, Moisés, de alrededor de 80 años en ese momento de su vida, estaba cuidando ovejas cerca de Horeb cuando observó una extraña manifestación: salían llamas de fuego desde una zarza cercana, pero ésta no se consumía. A medida que Moisés se acercaba a la mata, oyó una voz que lo llamaba por su nombre. La voz identificó a quien la originaba: “Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob”. Entonces el Señor procedió a compartir su plan con Moisés: El había escuchado el clamor de su pueblo causado por la opresión de la esclavitud egipcia, y hacía planes de hacerse cargo de la situación. Y él quería que Moisés se uniera a él en esa epopeya libertadora (Exodo 3:7-10).

Pero Moisés comenzó a enumerar una serie de excusas, algunas de las cuales podrían resultarte muy familiares.

Excusa No. 1:
“¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel?” (versículo 11).

La respuesta de Dios: “Ve, porque yo estaré contigo; y esto te será por señal de que yo te he enviado: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, serviréis a Dios sobre este monte” (versículo 12).



Excusa No. 2: “He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre, qué les responderé?” (versículo 13).

La respuesta de Dios: “Yo Soy el que Soy” (versículo 14).

Excusa No. 3: “He aquí que ellos no me creerán, ni oirán mi voz” (Exodo 4:1).


La respuesta de Dios: Dios sabía que la fe de Moisés necesitaba ser fortalecida. De manera que obró a través de Moisés en para transformar un cayado en una serpiente, tornar la mano de Moisés leprosa y luego sanarla, y transformar el agua en sangre.


Excusa No. 4: “¡Ay, Señor! Nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua” (versículo 10).


La respuesta de Dios: “¿Quién le dio la boca al hombre? ¿O quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo Jehová? Ahora pues ve, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar” (versículos 11 y 12).


Excusa No. 5: “¡Ay, Señor! Envía, te ruego, por medio del que debes enviar” (versículo 13).


La respuesta de Dios: “¿No conozco yo a tu hermano Aarón?” (versículo 14).